Por Eliud Nava / eliudnava@gmail.com

Visité la exposición colectiva “Polifonías. Un diálogo visual contemporáneo en Nuevo León”, inaugurada el pasado 6 de junio de 2024, en las galerías de la Casa de la Cultura de Nuevo León, espacio perteneciente al Consejo para La Cultura y las Artes de Nuevo León, CONARTE; decidí hacerlo para corroborar mis sospechas sobre el resultado presentado en el proceso de configuración de tal exposición. Estas son mis observaciones.

Anunciada como una convocatoria abierta para los artistas plásticos del estado de Nuevo León, por parte de los vocales del gremio de Artes Plásticas de CONARTE, la exposición resultado de esta convocatoria se asemeja a la muestra “Convergencias”, que se inauguró a finales del mes de mayo de 2023, en el Museo de Ciudad Guadalupe Mtro. Israel Cavazos Garza, también gestada y promovida por los vocales en cuestión, o a la exposición “Art Monterrey 2023”, con la que se inauguró el Pabellón Cultural Monterrey, en los bajos del Palacio Municipal de este municipio nuevoleonés; desconozco si esta última exposición haya sido o no gestada por los mismos vocales que indico. En todo caso, los resultados de estas y otras exhibiciones con similares características, normalmente articuladas desde las instituciones públicas, presentan serias problemáticas que recomiendo observar para con su análisis, enriquecer y fortalecer el quehacer del ecosistema artístico en nuestra región. Cabe señalar y no está de más reflexionar en ello, que el Pabellón Cultural Monterrey que menciono, fue concebido para darle uso a las adaptaciones arquitectónicas que se le hicieron al Palacio Municipal de Monterrey con el objetivo de albergar la muestra “Van Gogh: The immersive experience”, que estuvo activa de octubre de 2022 a febrero de 2023 y que una vez finalizada esta muestra, dichas adaptaciones dejaron espacios vacíos; sin embargo, estos espacios violan el diseño arquitectónico original del Palacio Municipal, situación denunciada por especialistas en la materia y que fue ignorada por la administración del ayuntamiento correspondiente.

Volviendo a las exposiciones en cuestión y enfatizando el análisis en “Polifonías”, considero que estas presentan una corta visión en materia de convocatoria, museografía y ejercicio curatorial, bajo concepciones anacrónicas, agotadas y limitadas, en contraste a los lenguajes, discursos, narrativas, entre otros aspectos, acerca del acontecer contemporáneo de las artes visuales a nivel nacional e internacional. Ahora bien, mi pretensión no es el debatir gustos, ya que no acabaríamos con el abanico de posturas que pudiéramos encontrar en ustedes lectores de este texto, ni mucho menos el desacreditar el trabajo realizado por aquellos que han estado involucrados en la concepción de estos proyectos expositivos. Estoy consciente que estas palabras escritas pueden ser incómodas para muchos y que con estas líneas me exteriorizo a múltiples disentimientos ideológicos con quienes no estén de acuerdo con mis evaluaciones, pero la crítica implica confrontar posturas desde razonamientos divergentes, en la búsqueda de una síntesis que posibilite diversas perspectivas en los temas que aquí se tratan.

Para empezar, CONARTE no abona al tema, en esencia debería reestructurar la división que hace de las disciplinas artísticas, que para mí, en un panorama global en donde lo multi, inter y transdisciplinario es la constante, separar en “gremios” al quehacer de los artistas, se percibe extemporáneo. Mientras fui parte del Consejo, continuamente hacia esta observación: nombrarles como “gremios” a las comunidades artísticas, de las distintas disciplinas representadas, se percibe anticuado, mas no incorrecto, ya que un gremio, según una de las definiciones del término en el diccionario de la lengua española de la RAE, se entiende como el conjunto de personas que tienen un mismo ejercicio, profesión o estado social; sin embargo, como declaro, en un escenario multi, inter y/o transdisciplinario, estas divisiones acotan la diversidad de acercamientos artísticos entre las disciplinas. Una actualización en la nomenclatura, cambiar la palabra “gremio” por “comunidad”, podría ser más inclusiva y abandonar, a su vez, las asignaciones actuales. Por ejemplo, al “Gremio de Artes Plásticas”, modificarlo por “Comunidad de Artes Visuales”, ya que las artes plásticas se circunscriben a materiales, técnicas, soportes y medios que no arropan en su generalidad a las múltiples manifestaciones de las visualidades; y así las otras disciplinas con las que CONARTE estratifica. Recomiendo ampliar la discusión con los ensayos sobre los Estudios Visuales de José Luis Brea y Anna María Guasch acerca de las prácticas que producen visualidad y las disciplinas que se ocupan de su estudio.

Regresando al problema principal y sus ramificaciones que me llevan a escribir este texto, observo en “Polifonías” y en exposiciones similares como “Convergencias” o “Art Monterrey 2023”, de igual manera ciertas ferias de arte que se desarrollan en la ciudad, un formato de salón que nos remite a los siglos XVIII y XIX, con las exhibiciones de los Salones Parisinos de arte, en donde la estrategia del “revoltijo” curatorial, la “capirotada” museográfica, atiborraban de piezas pictóricas, principalmente, los espacios expositivos disponibles. Si lo trasladamos al presente análisis, estas exposiciones que comento, en donde supuestamente nos muestran “lo mejor” del arte regiomontano, se perciben como un maremoto de estéticas y conceptos tan disímiles entre sí que a duras penas posibilitan un discurso coherente, una radiografía de las propuestas artísticas de la región y sí un “tantito de esto, tantito de aquello y un poco más de lo otro”, lo cual puede ser abrumador y que de cierta manera impide un acercamiento eficaz al corpus de trabajo de los artistas seleccionados más allá de la mera exposición colectiva; estas propuestas expositivas son un atisbo insuficiente para conocer sus temas, técnicas, procesos, etcétera. En “Polifonías” la solución fue un tanto sencilla, se decidió por agrupar los trabajos expuestos en tres conjuntos que respondieran a categorías temáticas, estéticas y conceptuales, categorías que fueron poco desarrolladas, si acaso perfiladas como posibilidades argumentativas para futuros análisis expositivos, mismas que dudo se realicen. Así mismo, “Polifonías” utiliza la alegoría de la sinfonía para justificar la multiplicidad de trabajos expuestos, alegoría que inclusive se desenvuelve de una manera superficial, mero maquillaje discursivo para amalgamar las obras artísticas seleccionadas; supongo que para el curador fue todo un reto trabajar con lo recibido para darle una forma lúcida a la exposición con la diversidad de piezas participantes.

Todo esto conlleva a que no se problematiza el estado del arte en la región, solo es tratar de abarcar la producción de los artistas que en ella radican. No hay una investigación de fondo en sus modos de trabajo, en sus discursos, estéticas, procesos, ya que el ejercicio de la curaduría se ha diluido a tal extremo que cualquier cúmulo de obras, bajo equis tema, correlacionales o no, se le cataloga tal cual; la curaduría como la práctica de la selección sin problema alguno, la mimesis de la exposición contemporánea en el museo internacional que termina articulada como una muestra cualquiera, en una Casa de la Cultura de una ciudad mexicana indistinta. Me atrevería a suponer que los organizadores de este tipo de exposiciones carecen de los conocimientos acerca del acontecer internacional en materia de arte contemporáneo, vaya, inclusive supongo que no es necesario visitar las ferias, bienales o los centros museísticos internacionales vanguardistas de arte, o discutir acerca de las últimas consideraciones filosóficas, teóricas, sociológicas, en fin, académicas sobre el tema en cuestión, sino mantenerse actualizado e informado en el mismo. En tal caso, las personas encargadas de las direcciones de la institución pública de la que en este escrito hago mención, es decir CONARTE, deberían conocer del tema, de quienes sospecho no lo tienen, pareciese que están más interesadas en recibir su sueldo íntegro y a tiempo, o jugar a los vaivenes del poder político, que velar por el desarrollo cultural y artístico de la región.

Y la culpa no la tienen los artistas, si es que buscamos culpables, como buenos fariseos globalizados; los artistas quieren exponer, buscan ser representados, que su trabajo se muestre y sea percibido por la sociedad en la que habitan. Es importante que señale que en ningún momento estoy demeritando tipo de técnica, medio, soporte, disciplina, tema, concepto, etcétera; bien puede ser una pintura, escultura, arte objeto, programación generativa, experimentaciones sonoras, happenings o performances; el punto aquí es el cómo se abordan, cómo se dialogan, cómo se discuten. De nueva cuenta y sin el afán de agobiar al lector, la culpa estaría en quienes dirigen las instituciones que avalan estos ejercicios, ya sea por ignorancia, desinterés, desidia, o por ganar terreno en estrategias absurdas bajo caretas de beneficio comunitario. Solicito que su trabajo se vea materializado en posibilitar mayor profesionalización y actualización para los artistas de cualquier disciplina, para los curadores, gestores, promotores, académicos, para la totalidad de los agentes que configuran el ecosistema artístico regiomontano y que dejen de lado fórmulas agotadas y obsoletas de promoción cultural, actividades artísticas arbitrarias, programas formativos mediocres y condescendientes o eventos macro populistas disfrazados de necesidades culturales.

Propongo una revisión a fondo del quehacer de los artistas de la región, problematizar sus estéticas, temas, discursos, narrativas; articular exposiciones de artes visuales transdisciplinarias, con enfoques curatoriales precisos y actuales, museografías atractivas y experimentales en espacios adecuados. Si es el interés de los vocales de CONARTE y sus directivos exponenciar las artes plásticas de la región (ya ni le insisto con las visualidades), entonces superen las ambiciones personales y las egolatrías imperantes, detengan la autocomplacencia y avancemos como comunidad en un verdadero diálogo abierto, en donde las fortalezas de unos minimicen las carencias de otros, con el firme objetivo de robustecer un ecosistema artístico que pide a gritos menos decisiones autoritarias de los funcionarios públicos del sector cultural y más participación horizontal para la profesionalización, especialización y actualización de todos los integrantes del círculo del arte del noreste de México. Y tú, artista, alza la voz, exige lo que te corresponde, proyectos expositivos y formativos de calidad, verdaderamente significativos para la comunidad artística y cultural del estado; evita ser engrane de esta maquinaria obsoleta que se oxida cada vez más por la apatía en la que vivimos, en la conformidad de ganar la beca por unos cuantos pesos y simular con ello satisfacción, en un escenario construido para representar el espectáculo del nuevo Nuevo León.